miércoles, 14 de enero de 2015

El segundo capítulo de mi nueva novela, "Infiltrado reticular"



Este es el segundo capítulo de mi nueva novela, Infiltrado reticular. Si quieres leer antes el primero, lo puedes encontrar en mi web de escritor. Pero no te olvides de volver luego aquí.


Capítulo II


El mensaje


El recién nombrado Intendente General de Traduc­ciones se las prometía muy felices con su nuevo cargo y los cuantiosos emolumentos que le iban aparejados. Total, por descifrar unos cientos de bits. No era sólo por su cátedra de Lenguas Muertas, y por el doctorado que le había permitido conseguirla, por lo que había sido elegido para la tarea, sino también por sus otros dos doctorados, en criptografía y en crotalogía; o al menos por uno de ellos.

La misión del Intendente general de Traducciones consistía en descifrar un mensaje que se acababa de recibir en Borelia; un misterioso mensaje procedente de La Galaxia. Era el primer mensaje que llegaba de La Galaxia en toda la historia boreliana. Así, simplemente “La Galaxia”, es como los borelianos llaman a nuestra Vía Láctea. Y no es de extrañar, porque, vista desde el Gran Cúmulo Globular de Hércules, nuestra galaxia, situada a veinticinco mil años luz de distancia, ocupa prácticamente la mitad del cielo.

El Intendente General de Traducciones se tomó con calma su tarea, pese a la urgencia con la que había sido nombrado; estaba seguro de que en cuanto lograra desentrañar el significado del mensaje su nuevo cargo desaparecería con la misma velocidad con la que había sido creado. Se sentó ante la pantalla de su ordenador y empezó a reflexionar:

“¿Será un mapa estelar tridimensional? Veamos: son 1678 bits. Para que sea un mapa tridimensional los puntos deben poder organizarse en un paralelepípedo, y por tanto 1678 debe ser el producto de tres números, las tres dimensiones de ese paralelepípedo. Pero 1678 sólo se puede descomponer en dos factores primos, 2 y 839. No es posible. ¿Se habrá perdido o añadido un bit por alguna interferencia? 1679 = 23 x 73. Nada. 1677 = 3 x 13 x 43. ¡Bien! Pero es demasiado estrecho para ser un mapa. Sólo tres puntos de profundidad, y... no, no tiene ni pies ni cabeza. No cuadra. No existe en todas las galaxias conocidas ninguna región estelar que coincida con esto. ¿Será que no es un mapa? ¡Qué raros deben de ser los autores del mensaje! ¿A quién se le puede ocurrir no enviar un mapa?”

¿A quién se le ocurrió no enviar un mapa? A los humanos. Así es, el mensaje recibido en Borelia lo enviamos nosotros. Hemos cometido la imprudencia de enviar un mensaje al espacio exterior sin saber quién puede estar a la escucha. Ahora, sea quien sea quien esté ahí fuera, ya sabe dónde encontrarnos...

Según la Teoría de la Relatividad, el mensaje tendría que haber sido emitido desde nuestra galaxia veinticinco mil años antes de su recepción, puesto que, como ya ha quedado dicho, son veinticinco mil años luz los que separan Borelia de nuestro planeta. Pero, por algún caprichoso arcano del espacio intergaláctico que ni nuestros científicos ni los científicos borelianos han elucidado todavía, el mensaje del que estamos hablando había llegado a su destino mucho tiempo antes de lo previsto. ¿Cuánto? No lo sabemos con precisión. Aún hoy no se ha podido establecer una correspondencia precisa entre las cronologías de la Tierra y Borelia, a pesar de las diversas reuniones que han mantenido los comités conjuntos designados al efecto, ya superados los tropiezos iniciales, normales en cualquier encuentro entre civilizaciones (“choque”, lo llamarían algunos). Los expertos se han topado con varias dificultades que les han impedido hasta ahora llevar a buen término su tarea, y no ha sido la mayor la falta de un sistema de referencia absoluto universal postulada por la Cosmología moderna. Tampoco han contribuido al éxito de la empresa las confusiones lingüísticas, que han provocado, por ejemplo, que a la primera reunión acudiera, por parte de la Tierra, una comisión de relojeros suizos en lugar de un grupo de cronohistoriadores neutrales. Pero todo esto ocurrió, o, mejor dicho, ocurrirá en un futuro muy remoto. Por el momento, dirijámonos en sentido contrario, hacia el pasado, hasta el momento en el que el mensaje salió de la Tierra. Un pasado remoto o reciente, según se mire. Concretamente, el 16 de noviembre de 1974. Ese día, el radiotelescopio de Arecibo, Puerto Rico, La Tierra, transmitió hacia el Gran Cúmulo Globular de Hércules el único mensaje de radio que la humanidad ha dirigido a propósito a las hipotéticas inteligencias extraterrestres del cosmos. Y allí, efectivamente, había sido captado por las antenas instaladas al efecto por los borelianos, que desde hacía milenios discutían sobre si había o no vida inteligente en La Galaxia.

El mensaje de Arecibo es un dibujo bidimensional formado por 1679 puntos o bits. ¿Cómo es que el mensaje recibido por los borelianos sólo constaba de 1678 bits? No parece descabellado, y el mismo Carl Sagan apuntaba la posibilidad en su libro Vida inteligente en el Universo, que a través de la inmensidad que separa el Gran Cúmulo Globular de Hércules de nuestra galaxia se haya perdido un bit.

¿Logrará el boreliano descifrar el mensaje? Los científicos terrícolas que lo diseñaron creían que sí. No que ese boreliano en concreto podría descifrarlo, puesto que, ni en el momento de la emisión del mensaje ni en el de escribir yo estas líneas tenían la menor idea de su existencia; lo que esos científicos creían es que el mensaje resultaría fácil de interpretar para cualquier ser inteligente.

El mensaje de Arecibo consistía en una ristra de 1679 bits, señales que representan cada una un 1 o un 0, con las que se puede construir un dibujo rectangular en el que habían incluido diversas informaciones: los números del 1 al 10, la estructura del ADN, la silueta y la estatura de un ser humano, la población de la Tierra, el Sistema Solar y el propio telescopio que envió el mensaje. Pero para ver todo esto, lo primero que hay que hacer es reconstruir el rectángulo. ¿Cómo saber sus dimensiones correctas? Los científicos terrestres confiaron en el único lenguaje universal que conocemos: El de las matemáticas. Los rectángulos que se pueden construir con un número de puntos dado N son aquellos que tienen lados L1 y L2, tales que L1 x L2 = N. Así, con treinta puntos pueden construirse los siguientes rectángulos: 2 x 15, 3 x 10 y 5 x 6. Pero treinta puntos son muy pocos puntos, hacían falta muchos más para construir un dibujo que contuviera toda la información que los científicos querían transmitir. Uno pensaría que cuantos más puntos, más rectángulos diferentes podrán construirse. Pero no siempre es así; ahí está la habilidad de sus diseñadores; con los 1679 puntos del mensaje de Arecibo sólo puede construirse un único rectángulo, de 23 x 73. Porque esos dos números son primos. De algo les había servido a los científicos aprender en el colegio a descomponer en factores primos y a calcular el máximo común divisor y el mínimo común múltiplo. A pesar de todo, los propios creadores del mensaje, Frank Drake y Carl Sagan, reconocen que existen dos maneras de construir ese rectángulo: El mensaje se puede dividir en setenta y tres bloques de veintitrés puntos, como se muestra en la figura 1, o en veintitrés bloques de setenta y tres puntos, como se muestra en la figura 2.

Figura 1Figura 2

Es evidente que la forma correcta de construir el rectángulo es la primera, puesto que el resultado de la segunda es un galimatías sin sentido. Así pues, sólo hay que hacer dos intentos para reconstruir el mensaje. No parece una tarea muy difícil para los receptores extraterrestres. O eso creen los creadores del mensaje. Porque ellos, y con ellos todas las obras de divulgación científica que tratan este tema y han llegado a nuestras manos, asumen que sólo hay dos formas de ordenar los puntos en un rectángulo: de izquierda a derecha, como en nuestra escritura, y de derecha a izquierda, como en la escritura árabe. A efectos de la reconstrucción del mensaje, estas dos maneras de escribir son equivalentes, ya que la imagen formada por una de ellas es la reflexión especular de la otra; basta mirar una de ellas reflejada en un espejo para ver la otra. Pero en realidad la cosa no es tan simple. Todos esos científicos y divulgadores, que sepamos, han pasado por alto otros sistemas de escritura que, si bien hoy abandonados, estuvieron muy en boga en los inicios de la civilización. Como el bustrofedón, que consiste en alternar en zigzag el sentido de cada línea, a la manera en que un tiro de bueyes ara un campo: la primera de izquierda a derecha, la segunda de derecha a izquierda, la tercera de izquierda a derecha, y así sucesivamente. Un sistema de escritura abandonado en nuestro mundo, pero que quizá en otros sea el único conocido, y que dicho sea de paso, parece mucho más práctico que nuestros sistemas unidireccionales para tecnologías modernas como la impresión, el escaneado o la generación de imágenes de televisión. ¡Imaginemos una máquina de escribir sin el complicado mecanismo de retorno de carro! Pues volviendo a nuestro asunto, una civilización que usase el bustrofedón como sistema de escritura interpretaría el mensaje de Arecibo como se muestra en las figuras 3 y 4.
Figura 3 Figura 4
¿Qué se puede interpretar de aquí? Nada. Porque igual que nuestros sabios han ignorado la posibilidad de leer el mensaje en bustrofedón, quizá los sabios extraterrestres sean igualmente incapaces de imaginar nuestro sistema de escritura unidireccional. Sin contar con que puede haber otros sistemas de lectura, quizá impensables para nosotros: espirales, diagonales... Y sin contar con que el boreliano sólo disponía de un mensaje incompleto.
“Vamos a probar con otra cosa —continuó el boreliano, ajeno a nuestras disquisiciones—. 1678 = 2 x 839. Una cadena de 839 elementos de dos bits, que pueden tomar por tanto los valores (00), (01), (10), (11). O sea, una cadena formada por elementos que sólo pueden ser de cuatro tipos diferentes. ¡Eso tiene que ser ADN! Cuatro bases: adenina, guanina, citosina y timina[1]. Vaya, no son tan raros como pensaba. No han enviado un mapa, sino algo mejor: ¡un emisario! ¡Se han enviado ellos mismos! Tenemos que sintetizar esa cadena de ADN. Aunque parece un poco corta. ¡Sólo 839 bases! ¿Qué son, virus inteligentes? ¿Y a qué base corresponde cada elemento binario? ¿Los habrán ordenado por peso molecular? ¡Habrá que probar las veinticuatro permutaciones posibles de los cuatro elementos! Espero que al menos no sean infecciosos.”

Vana esperanza; al día siguiente, todos los periódicos del Gran Cúmulo Globular de Hércules publicaron con grandes titulares la noticia:

Borelia, 484 de centiembre de 845737347 (Agencias) El desconcierto reina entre expertos de la Organización Globular de la Salud (OGS) por una epidemia de origen desconocido que causó la muerte a cuatro billones de personas en Borelia y ha afectado a otros doscientos billones, que se encuentran hospitalizados, se informó hoy aquí.

Los síntomas son somnolencia, debilidad muscular, fiebre y falta de coordinación motora.

Un equipo de la OGS se encuentra en este planeta y aún no ha encontrado la raíz de la dolencia.

Se manejan dos tesis, una que sea provocada por exposición a una sustancia tóxica, y la otra que, en realidad, esté presente una enfermedad infecto-contagiosa.








[1] O los equivalentes, imaginamos, en su bioquímica alie­nígena.

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3 comentarios:

  1. Estimado señor

    Me interesa su novela, pero soy incapaz de encontrarla en formato ebook

    ¿tiene previsto publicarla en ese formato?

    Gracias y un cordial saludo

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    1. Sí lo tengo previsto, pero aún no he decidido la fecha. No antes de Semana Santa.

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    2. Ya está disponible el e-book:
      http://www.amazon.es/Infiltrado-reticular-saga-los-borelianos-ebook/dp/B0154U31H4/

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