viernes, 18 de enero de 2013

Las primeras sabanas norteamericanas

Hace unos meses hablábamos aquí de los cambios climáticos que condujeron a la aparición de las primeras sabanas a principios del Mioceno, y conocimos una de las últimas que existieron en Norteamérica, la que hace unos doce millones de años se extendía por gran parte del centro y sur de aquel continente. Hoy volvemos a América del Norte, para visitar una sabana más antigua, una de las primeras, que se extendía al este de las montañas Rocosas hace unos veinte millones de años. En aquella época, las Rocosas eran unas montañas jóvenes, y las erupciones volcánicas eran frecuentes. Las cenizas arrojadas por esas erupciones enriquecían el suelo, que sostenía una rica flora y fauna formada por herbazales en los que se alimentaban diversas especies de camellos, rinocerontes, caballos, ciervos y otros grupos de ungulados hoy desaparecidos, como protocerátidos, oreodontes y calicoterios, además de roedores. Entre los carnívoros había cánidos, mustélidos y perros-oso, pertenecientes al extinto grupo de los anficiónidos. Entre las aves ya estaban presentes parientes de los modernos ostreros, halcones, urogallos y chachalacas, entre otros...

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