jueves, 3 de septiembre de 2009

El cocodrilo desubicado

(Publicado originalmente en Madrid Sindical)

Desde pequeños nos han enseñado en el colegio que los vertebrados se dividen en cinco grupos: mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces. Aún hoy en día, por lo que veo en los libros de texto escolares que llegan a mis manos, se sigue manteniendo esa clasificación. Pero la taxonomía, la ciencia que se encarga de la clasificación de los seres vivos, ha avanzado mucho en los últimos años.

Actualmente, la taxonomía se basa en el método cladístico, que da más importancia a las relaciones de parentesco evolutivo entre las especies que a sus semejanzas anatómicas superficiales. En este sistema de clasificación, se define el grupo al que pertenecen dos seres vivos cualesquiera como aquél que está formado por el más cercano antepasado común de ambos y todos los descendientes de éste. Por ejemplo, si queremos mantener el grupo tradicional de los reptiles, éste debe incluir no sólo a las tortugas, lagartos y cocodrilos, sino también a los dinosaurios y a sus descendientes, las aves. Porque resulta que los parientes vivos más cercanos de los cocodrilos no son los lagartos, sino las aves.

De hecho, examinando su árbol evolutivo, los vertebrados terrestres actuales deberían dividirse en cinco o seis grupos separados: anfibios, mamíferos, quizá tortugas (la posición de este grupo en el árbol es dudosa), lepidosaurios (lagartos y serpientes), cocodrilos y aves. Y eso, dejando de lado los peces, que necesitan otros tantos grupos para ellos solos.

¿En qué se basan los científicos para afirmar el parentesco entre aves y cocodrilos? Del estudio de los fósiles y de las especies vivientes, han obtenido una serie de caracteres comunes que los diferencian de los demás vertebrados. Sin entrar en detalles sobre algunas características muy específicas del esqueleto, podemos citar el corazón de cuatro cámaras y la presencia de un talón marcado (que también evolucionaron independientemente en los mamíferos), la división del estómago en dos compartimentos (el primero de ellos, en las aves, es la molleja), la reducción del quinto dedo del pie y la presencia de varias aberturas características y de senos, cavidades llenas de aire, en el cráneo.

La semejanza de los cocodrilos con los lagartos sólo es un accidente histórico. De hecho, a lo largo de su historia, el grupo de los cocodrilos ha sido mucho más diverso que hoy en día; entre las especies fósiles hay pequeños cocodrilos bípedos, cocodrilos corredores con pezuñas o ventosas en las patas, o con aspecto de galgo o de coyote, cocodrilos marinos con patas palmeadas y cola aplanada, cocodrilos herbívoros de hocico corto erguidos sobre sus patas, etc. Si hoy en día todos los cocodrilos son grandes lagartos reptantes semiacuáticos es porque, primero los dinosaurios y después los mamíferos, les hemos ido sustituyendo en todas las demás posiciones ecológicas. Y a la inversa, a lo largo de las eras geológicas han existido especies muy semejantes a los actuales cocodrilos, pero que evolutivamente no tenían nada que ver con ellos: el anfibio Koolasuchus, el cetáceo primitivo con patas Ambulocetus, y varias estirpes independientes de reptiles, como los coristoderios y los fitosaurios. Este fenómeno, llamado evolución convergente, se explica porque la anatomía de los cocodrilos actuales, como la de aquellos otros animales, está perfectamente adaptada a su modo de vida de carnívoros semiacuáticos.

2 comentarios:

  1. Cuando di zoología por primera vez, que me sorprendió muchísimo el hecho de que las aves fueran tan cercanas a los cocodrilos. Eso sumado a que los velociraptores parecían tener plumas fue lo que terminó de desmontarme todos los mitos del bachillerato. De todas formas siempre sospeché algo desde que descubrí su extraño corazón

    Un saludo.

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  2. La cercanía de los cocodrilos y las aves, a pesar de los árboles genealógicos, es dificilmente comprobable. Los científicos llevan años intentando demostrarlo, pero siempre que ponen un ave cerca de un cocodrilo, aquélla desaparece.

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